Es bien sabido que yo de noche duermo como una piedra.
Pero algunas veces me desvelo, como ayer por ejemplo, leyendo algún libro.
En el silencio de la noche de repente se escuchan unos pasitos apurados, se asoma una cabeza de niño, peladito él, baja el escalón y medio mareado por el sueño empieza a buscar la manera de subir a la cama grande.
Me levanto y lo abrazo. Le digo que lo acompaño a su cama.
Me dice "quedate un ratito, si?"
Me acuesto a su lado, lo arropo bien y con una sonrisa me dice: "si vos estás acá es más calentito"
Al rato un ruido raro, nuevamente pasitos, y se asoma una cabeza de pelos revueltos y parados, tiembla, me dice "me parece que escuché que hablaba un fantasma"
"te dió mucho miedo?"
"sí, venis conmigo a mi cama?"
Una vez más lo tapo, le hago unas caricias y le digo mientras ronca suavemente que no hay fantasmas, que es el viento, que acá está mamá cuidándolo...
A veces es tan rico tener hijos!
14/6/08
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2 comentarios:
tus relatos son tiernos y calentitos...es lindo ser mamá
que nuestra mamá nos arrope es una de las cosas más hermosas que nos pueden pasar, es sinónimo de calor, de protección, de contención...el que fue arropado, puede arropar, si, si...
besos yo mujer!!!
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